Oficios.

En 1963, la Dirección General de Empleo publicó un libro con el título Vocabulario de ocupaciones en el que se pretendía definir la totalidad de oficios existentes en el país. En el aparecen algunos tan sorprendentes como chapucero, que es el herrero que hace clavos; robustario, obrero que trabaja la madera de encina; cascapiñones, persona encargada de sacar los piñones de las piñas; conocedor, el encargado del cuidado de las vacas de cría; calendarista, persona que hace o vende calendarios.



Aparecen a su vez profesiones exóticas como polkista, el que se dedica a bailar la polka; besuguero, que vende o transporta besugos; bocinero, al que construye bocinas; ajero, el comerciante de ajos y cebollero, que lo hace con cebollas. Cucharista, es el que fabrica cucharas, saquero, el que compra y vende sacos; flechero, obviamente hace flechas, no es como se podría suponer toldero, es aquel comerciante que vende sal al por menor.


Aforrador, es el que fabrica forros y el adocenador, es el encargado de juntar por docenas todo tipo de géneros y mercancías. Faldera, es quien normalmente mujer hacia faldas y sumista, la persona diestra en hacer sumas.


Hablistán, es una persona especialmente dotada para el habla; arrimadora, es una persona que arrimaba en las obras materiales no pesados especialmente agua. El balanzario, en las casas de la moneda era el encargado de pesar metales antes y después de la acuñación, y el pendolista, quien escribe diestra y gallardamente.*



Datos extraídos de la revista Muy Interesante Nº 301 de junio de 2006.