Veo mucha gente pero a muy pocas personas.

Bienvenido.

Soy Doctor en Ciencia Infusa. Tengo un Máster en Ciencia Confusa y soy ingeniero en Ciencia Difusa. Parto de la premisa de que mi visión del Universo es única y yo, solamente yo, puedo verlo desde mi perspectiva. De modo que soy intransferible, indispensable y no retornable. Ahora bien trato siempre que puedo ver las perspectivas de los demás y hacerme una idea más amplia.

De todo lo que hay aquí no falta de nada y de todo lo que falta es que no está que también hay que explicarlo todo. Esto es, que todo lo que aquí hay es copiado, reinterpretado y nuevamente escrito ampliándolo en la medida de lo posible, que con mis conocimientos del mundo será algo bastante exiguo. -¡Pero, oye, es gratis y no hay propaganda!.

Sin embargo a pesar de mi manifiesta misantropía esta página solo busca entretener y quizá exponer temas que me han resultado interesantes y que muchos han sido repetidos una y mil veces y de otros que no encuentro información alguna. No me extiendo más, pasen, lean y entreténganse....o no, -me da lo mismo-.

Maneo nemini.

viernes, 26 de enero de 2007

La tinta invisible de Arquimedes.


No se ven, pero en los 174 pergaminos de un libro religioso del siglo XII, el ‘Euchologion’, están ocultos los tratados del matemático y físico griego. Los científicos los han salvado de la oscuridad.Ha sido un desafío monumental para los especialistas de la Universidad de Stanford: revelar qué hubo escrito en unas páginas que fueron borradas en el siglo XII y que durante dos centurias contuvieron los tratados de Arquímedes. Los papiros en los que el matemático redactó sus teoremas no existen. Ni siquiera ninguna de las copias literales que se hicieron de ellos durante siglos. Todas, salvo una, están perdidas. La única que queda fue transcrita en el siglo X por los escribas del convento del Santo Sepulcro de Estambul, pero en el siglo XII esos mismos monjes redactaron sobre ella un libro de oraciones. Como era común entonces, tomaron el manuscrito, lo desencuadernaron, rasparon sus pergaminos, los giraron 90 grados y sobre ellos volvieron a escribir. Hicieron lo que se denomina un ´palimpsesto´.Después, el libro desapareció durante la conquista de Constantinopla. Estuvo 701 años perdido y sólo se volvió a saber de él en 1906, cuando el matemático danés Johan Heiberg lo encontró. Con la única ayuda de sus lupas, Heiberg transcribió el 80 por ciento del original. El resto le fue imposible: en parte, porque su técnica era muy rústica y, en parte, porque la obra ´voló´ en 1914 y sólo reapareció en 1998 para subastarse en Christie’s. Un comprador anónimo la adquirió por dos millones de dólares y la donó al Museo Walters de Baltimore (EE.UU.) para su estudio. Para revelar el texto aún oculto, los conservadores del museo pidieron en 2004 ayuda a los científicos del Acelerador Lineal de Stanford (SLAC), que han usado para esta tarea la fluorescencia de rayos X (XRF), una técnica que detecta pequeñas concentraciones de metales. En el Palimpsesto de Arquímedes han buscado, sobre todo, los pigmentos férricos de las tintas. Tras seguir su pista y dar con ellos, la tarea ya ha sido más sencilla: ha bastado exponer lo hallado a diversos filtros para que los escritos de Arquímedes ´aparezcan´ en el pergamino, y luego trabajarlos con un software especial para completarlos. Gracias a su labor, la tarea que Heiberg inició hace un siglo está a punto de acabar.

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